15 de marzo de 2012

TEMA 7


CONTROL FARMACOLÓGICO EN EL PACIENTE ANCIANO/PACIENTE CON PLURIPATOLOGÍA

 El dolor —según la International Asociation for the Study of Pain (IASP)— es definido como una experiencia sensorial o emocional desagradable, asociada a daño tisular real o potencial, o bien descrita en términos de tal daño.


La asociación dolor-vejez es un binomio que se asocia con gran frecuencia.
El dolor como sensación subjetiva va a estar influenciada por la edad, el género, la presencia de patologías acompañantes, la existencia de alteraciones del estadio de ánimo y por gran cantidad de factores psicosociales. Esta patología se va a acompañar de importantes repercusiones en la realización de actividades de la vida diaria y en la propia calidad de vida.

La presencia de dolor moderado-severo afecta al 75% de los mayores de 77 años y en el 68% de los mayores de 65 años. El 93% de los ancianos no están satisfechos con  el control del dolor.

Las consecuencias que el dolor, y sobre todo el mal control del dolor, va a tener sobre la población anciana son múltiples y entre ellas se encuentran la depresión, el aislamiento social, las alteraciones de la marcha y del ritmo vigiliasueño y una mayor utilización de los diferentes recursos sanitarios

La valoración del dolor debe ser definida como el quinto signo vital. Es decir, en todo paciente anciano debemos recoger datos sobre la tensión arterial, la temperatura, la frecuencia cardíaca, la frecuencia respiratoria, y además recoger la presencia y cuantificar la existencia de dolor.

Son múltiples y variadas las escalas diseñadas para la evaluación y valoración del dolor, las más ampliamente utilizadas son las escalas analógicas.


La Escala visual analógica (EVA) es el método subjetivo más empleado por tener una mayor sensibilidad de medición, no emplea números ni palabras descriptivas. Requiere, no obstante, mayor capacidad de comprensión y colaboración por parte del paciente. Consiste en una línea de 10 cm de longitud, en los extremos se señala el nivel de dolor mínimo y máximo, el paciente debe marcar con una línea el lugar donde cree que corresponde la intensidad de su dolor.


Durante el curso del tratamiento, el paciente necesita un control continuo y su familia deberá recibir información completa y colaborar activamente, con el fin de lograr un estado en el que su dolor, en caso de no poder ser controlado totalmente, no interfiera con su situación funcional, intentando conseguir un adecuado balance entre analgesia y efectos adversos. 


Alcanzar la máxima calidad de vida es nuestra meta, también en el anciano.


BIBLIOGRAFÍA:

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